miércoles, 9 de noviembre de 2011

El placer de leer.

 La lectura ha estado siempre entre nosotros. Desde cuando éramos muy pequeños hasta el día de hoy.

Empezando por los cuentos para ir a dormir, las adivinanzas, los trabalenguas y las rondas, hasta todo tipo de libros variados según la edad. 

 Aquellos primeros libros que guardaban historias que queríamos escuchar una y mil veces sin cansarnos de oírlas y de leerlas adivinando los misterios que escondían las letras, las imágenes, la modulación de la voz de la abuela, la mirada, los gestos, los silencios ... Todo aquello era una ceremonia de emociones y de intensa comunicación; un encuentro con el placer, un placer sensitivo, humano, transformador que nos dibujaba sonrisas o gestos de miedo, tristeza, intriga, amor, enojo, impaciencia, desilusión ...

 Así llegó un momento en que los libros se transformaron en objetos aburridos, forrados de azul, con etiqueta, con muy pocas o feas ilustraciones, con palabras muy elegantes pero que nos hablaban de cosas que no nos interesaban, que no tenían nada que ver con todo aquel mundo de antes...

 Libros que no se podían leer en el piso, ni prestar, ni dibujar, ni sentir como propios. Pero eso sí, había que leerlos igual. Teníamos el deber de leerlos. La obligación de leerlos, para aprender, para saber, para entrar al mundo de los grandes, de los que todo lo saben.

 Pero la fuerza de la imaginación, la fantasía y el deseo de soñar despiertos y de emocionarnos a solas, nos hizo encontrar un camino increíble: el de las lecturas a la hora de la siesta; esas lectura robadas, escondidas, secretas ... Comenzaba a abrirse esa brecha, cada vez mas grande, entre las lecturas escolares y las otras, las nuestras ...

 De algún modo pudimos recuperar la lectura como comunicación con nosotros mismos, en la intimidad de las lecturas elegidas o recomendadas pero no obligatorias, sino por placer ...

 Todos los que recordamos a algún maestro que nos permitió leer sin culpa lo que nos gustaba, sabemos la manera de sugerir, ayudar, acompañar a los niños a relacionarse con los libros.

 Hemos entendido que hay muchas formas y razones para leer y que debemos promocionar la lectura. No como un mandato vacío, no como un habito útil, no como un deber escolar. Sí como un placer, sí como un encuentro con uno mismo, sí como una forma de ejercer la libertad personal, la posibilidad de crecer internamente, de alimentar el poder de la imaginación.

 Creo que es a partir de esta reflexión sobre nuestra propia historia como lectores que podemos buscar y encontrar como transmitir la pasión por la lectura, ya que con esta, aprendemos como es el ser humano a través de la literatura y encontramos todo aquello que nos vincula, que nos permite viajar a otros países, a otros mundos y vivir otras vidas en la nuestra.

 Por último os dejo un video muy interesante sobre el tema de la lectura: http://www.youtube.com/watch?v=hcV-5kvMhmI

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